Vinos artesanos de Aicante

El símbolo vivo que da vida a nuestros mejores vinos

En el mundo del vino, cada etiqueta tiene una historia que contar, pero pocas veces esa historia es tan profunda y llena de significado como la que acompaña a nuestros mejores vinos, Arbui y Cuesta de Reig. En sus etiquetas, un símbolo se repite: un árbol. Para muchos, es solo un logo, pero para nosotros es mucho más que eso. Es la representación de nuestra identidad, de nuestras raíces y de la esencia misma de lo que somos.

Este árbol no es una simple figura decorativa. En nuestra bodega, quienes han tenido el privilegio de visitarnos conocen la historia detrás de él. Hay un olmo centenario, plantado por el abuelo de nuestro fundador, Alejandro Pérez Martínez. Este árbol ha sido testigo de todo lo que ha sucedido en la bodega a lo largo de los años, presenciando el crecimiento de la familia y de la bodega, y ha acompañado cada paso de nuestra trayectoria. No es solo un árbol, es una memoria viva de lo que nos conecta con nuestra historia y con la tierra que nos da vida.

Este olmo, firme y sabio, ha crecido con nosotros, viendo cómo las generaciones pasaban y cómo nuestra pasión por el vino se ha transformado en un legado familiar. No hay coincidencias en la vida de la bodega: el árbol se ha convertido en nuestro sello, no solo por su imagen en las etiquetas, sino porque representa esa conexión tan especial que tenemos con la tierra, con el tiempo y con nuestra familia.

El olmo es el alma de la bodega, el reflejo de lo que queremos transmitir con cada vino que elaboramos. Y es por eso que, en la etiqueta de Arbui, encontramos una frase que encapsula nuestra filosofía de vida y de vino: “Los árboles esperan, nosotros no, ahora es tiempo de vivir, de disfrutar y de deleitarse con este excelente vino.” Estas palabras no son solo un lema, sino un recordatorio constante de que el tiempo es valioso y cada momento, como el vino, debe ser disfrutado al máximo.

Este árbol, más que un símbolo, es parte fundamental de nuestra historia y de nuestra esencia. Está presente en cada sorbo de Arbui y Cuesta de Reig, en cada botella que sale de nuestra bodega. Es un compañero fiel, un guardián de nuestra tradición y un símbolo de todo lo que hemos vivido y construido. El olmo sigue creciendo, igual que nosotros, y siempre estará con nosotros, firme y vivo, conectando el pasado con el presente y el futuro de la bodega.

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