La historia de Bodegas Alejandro es una historia de tradición, dedicación y pasión por la vid que comenzó mucho antes de que se fundara oficialmente la bodega. Desde hace generaciones, la familia de Alejandro Pérez Martínez y Concepción Alfonso López había estado vinculada a la viticultura, trabajando la tierra con esfuerzo y amor por el vino.
Fue en 1982, cuando Alejandro, con el apoyo de su mujer, Concepción, decidió dar un paso más allá y formalizar su pasión creando la bodega que hoy lleva su nombre: Bodegas Alejandro. De este modo, un sueño que había sido transmitido de padre a hijo, de abuelo a nieto, se hizo realidad, pero siempre con el legado de aquellos que habían trabajado antes con la tierra.
Ambos, Alejandro y Concepción, heredaron no solo el conocimiento y la experiencia de sus antepasados viticultores, sino también la vocación de seguir cultivando el viento de la tradición con el mismo esmero que sus generaciones anteriores. En esos primeros años, Bodegas Alejandro se construyó sobre una base sólida: la experiencia, la sabiduría de generaciones anteriores y, sobre todo, el compromiso con el vino que siempre había corrido por las venas de la familia.
Hoy, la bodega sigue siendo el reflejo de ese mismo esfuerzo y dedicación que impulsaron a Alejandro y Concepción en sus inicios. Una historia que se sigue escribiendo, añada tras añada, con la misma pasión que la familia Alejandro ha entregado a la vid desde sus comienzos.
