En nuestra bodega, cada acción que tomamos está guiada por el respeto a la tierra. Creemos que el viñedo es un ecosistema vivo y que su equilibrio depende de cómo lo cuidemos. Por eso, tras la poda, seguimos un proceso que no solo honra el ciclo natural de la vid, sino que también mejora la fertilidad del suelo de forma sostenible.
Cuando podamos nuestras viñas, dejamos los sarmientos (las ramas leñosas de la vid que se cortan cada año para favorecer su crecimiento) sobre el suelo del viñedo. En lugar de retirarlos o quemarlos, permitimos que se integren en el paisaje durante un tiempo antes de triturarlos cuidadosamente.
Este proceso tiene múltiples beneficios:
- Aporte de materia orgánica: Al descomponerse, los sarmientos devuelven nutrientes esenciales al suelo, enriqueciendo su composición de manera natural.
- Mejora de la estructura del suelo: La materia triturada actúa como un acolchado que protege la tierra de la erosión y mejora su capacidad para retener humedad.
- Reducción de residuos y emisiones: Al no quemar los sarmientos, evitamos emisiones innecesarias de CO₂ y contribuimos a un entorno más limpio.
- Cierre del ciclo natural: En lugar de extraer y desechar, devolvemos a la tierra lo que en su momento nos dio, fomentando un viñedo más autosuficiente.
Este enfoque no es solo una práctica agrícola, es parte de nuestra filosofía de sostenibilidad. Creemos que un gran vino nace de su entorno, y la mejor forma de garantizar su calidad es respetando y nutriendo la tierra que lo hace posible.
