En el corazón de nuestro viñedo, a 560 metros sobre el nivel del mar, la naturaleza nos regala un microclima único que define la identidad de nuestros vinos. La combinación de la influencia mediterránea con la altitud genera contrastes térmicos marcados entre el día y la noche, favoreciendo una maduración equilibrada de la uva.
La imagen que acompaña esta noticia es testimonio de ello: un viñedo cubierto de hielo bajo un cielo despejado. Este fenómeno, resultado de las bajas temperaturas nocturnas, fortalece la vid y contribuye a la concentración de aromas y sabores en la uva.
Los inviernos fríos y los veranos templados, junto con los suelos pedregosos y bien drenados, crean las condiciones idóneas para vinos de gran personalidad. Este equilibrio entre frío y calor, humedad y sequedad, es la esencia de Bodegas Alejandro y el secreto de cada copa que llevamos a su mesa.
Nuestro viñedo es un reflejo de la naturaleza en su expresión más pura, donde el clima extremo y el terroir se unen para dar vida a vinos auténticos y llenos de carácter.
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